lunes, 25 de febrero de 2013

Ilusiones que ilusionan

   5 meses sin escribir.  22 sin competir.  Sinceramente desconozco cuál fue la última carrera en la que tomé parte.  Perdí la cuenta de tantas cosas...  Perdí la ilusión de competir...  Perdí el interés por mirar el cronómetro al final de cada competición...  Perdí las ganas de entrenar inmerso en tanta lesión...

   Pero llega el día en que, aburrido y sin tener absolutamente nada que hacer, decido ponerme las zapatillas, vestirme de crudo invierno, Cicatriz en el mp3, y armándome de valor con tan bajas temperaturas recorro unos durísimos e interminables 7 km en terreno totalmente llano.


   Una extraña e indescriptible sensación de alegría me invade y trata de someter a la fatiga que ha provocado tal colosal esfuerzo.  Me falta el aire y mis pulmones piden a gritos una salida al exterior.

   No puede ser.  Vuelvo a disfrutar corriendo y decido alargar este estado de gracia en días sucesivos.  Pues sí, sí puede ser.  Esta sensación de alegría  va en aumento, en proporción a los km que me va pidiendo el cuerpo.  En cuestión de semanas, y controlando las sesiones, llega el día en que sin darme cuenta mis zapatillas han soportado los impactos que tienen cabida en 20 km.  Y lo más importante, mis pulmones no sienten la necesidad de salir a oxigenarse.  Están muy cómodos en su lugar, pero me hacen llegar una petición: piden aire caliente, no éste que nos rodea estos días a 0ºC.  Como he dicho alguna vez, duele respirar.


    Siento que tengo que recuperar el tiempo perdido, pero con cabeza.  No tengo ninguna prisa ni nungún objetivo a corto plazo en la cabeza.  Simplemente disfruto corriendo y hago partícipe a mi cámara de fotos, fiel compañera de la que no me separo en mis tiradas.  Ella es testigo y artífice de mi disfrute y me ha dado un plus de motivación para seguir adelante. 
  
   Lugares emblemáticos, singulares por su belleza, ligados a la historia, a las leyendas, a la mitología... o simplemente por estar ahí, son retratados haciendo un breve alto en mi camino.  Todo aquel que ame a su tierra me entenderá perfectamente.


   Entrenos en rutas circulares por Montes de Vitoria (1ª fotografía) Anboto (2ª y 3ª fotografía), Sierra de Cantabria (4ª fotografía), Aratz - Aizkorri,  Aralar... e incluso por caminos sin mucha altitud pero no por ello faltos de gran belleza, como Goiuri (5ª fotografía), hacen que estas salidas sean mucho más llevaderas y entretenidas, llevándome un poco de ellas a mi casa en formato digital para poderlas compartir.

   Gracias a ellas, he recuperado la alegría por esto que se llama correr por la montaña, y me están permitiendo, además de conocer zonas que no tenía el placer de haber visitado antes, aumentar paulatinamente el volumen de km.  Supongo que esto me vendrá bien de cara a futuros objetivos que me empiece a plantear.


    Ya se sabe que la vena competitiva nunca desaparece, y aunque sólo sea una vez al año, ésta hace acto de presencia y sirve para mantenernos despiertos y motivados día a día.  Si llega este momento, ya se verá si, tras lograr el verdadero premio que no es otro que cruzar la meta, giro el cuello y echo una miradita al cronómetro.